Sentado ante una pequeña mesa, de fondo música de los 80’s que se escucha débilmente; una cajetilla de cigarros recién abierta, recargado en la orilla del cenicero, un cigarrillo humeante que acabo de encender, frente a mí un vaso con brandy, agua mineral y coca-cola aún sin probar. Miro alrededor y a nadie reconozco, vuelvo a mi dilema: “¿acaso voy a empezar algo que en mis otros fracasos no hice?, nunca, por muy complicado que fuera el problema, me refugié en el alcohol”, y vuelvo a preguntarme: “¿lo voy a hacer?”. En esas estaba cuando, como salida de la nada, vi una cara conocida, que con una gran sonrisa me dijo: Hola amigo, hace mucho tiempo que deseaba verte, parece que tienes tremendo problema, a juzgar por la bebida y la soledad con que te percibo.Tienes razón - le dije -, y nunca pensé estar en semejante lío – pregunté: ¿Puedo invitarte alguna bebida? – Sí, gracias. Un café americano.
¿Pues qué te pasó? – Increpó.
¿Hace cuánto que nos conocemos? – le pregunté
Aproximadamente 27 años, pero, ¿Porqué la pregunta?
Ya no aguanto – contesté -, voy a contarte algo, y al final quiero que me contestes a esto: ¿Soy un cobarde?
Comenzaré por platicarte que mi mamá falleció antes de que yo cumpliera 3 años (mi cumpleaños es 12 días después de su fallecimiento, vaya celebración la mía), mi hermano, G…….., ya sabes que es mayor que yo, solos, en la casa, sin saber qué hacer (tengo muy vagos recuerdos de edades tempranas), no recuerdo nada, hasta que tenía como 6 años - de ahí en adelante los recuerdos son más nítidos – me recuerdo jugando frente a una casa en la colonia I…… de Toluca. Bueno, pues de repente, desde la edad aproximada de 8 años, recuerdo que recibía golpizas de quien yo consideraba mi madre, no te imaginas la cantidad de golpes con cinturón, objetos, mordidas…, lo que es la inocencia y el temor, ¿verdad?
¿Por qué lo dices? – preguntó mi amiga
Porque después de cada madriza, se ponía a curar mis golpes, diciéndome que no comentara a mi papá nada, y yo obedecía. Ahora entiendo que era el temor porque mi papá se enterara, e inocencia porque sentía, a pesar de todo, aprecio por ella ya que la consideraba mi madre. No tengo idea de cuántos golpes recibí – dije esto mientras jugueteaba con la bebida entre mis manos, sin animarme a beber aún y los ojos enrojecidos.
Después de una de las grandes discusiones entre “ella” y mi papá, salí desde temprano con él, era una mañana gris. No, no recuerdo el día de la semana. Entre las actividades, las cuales no comentó conmigo, fue una visita al panteón, lo seguí sin decir una sola palabra, al llegar al sitio me preguntó: ¿Sabes quién es?, yo, sin tener idea de porque estábamos ahí, leí sin comprender, en la lápida decía más o menos lo siguiente: Niño Alejandro Augusto Contreras Zepeda, voló al cielo…etc., etc. Sra. Guillermina Alicia Contreras Zepeda…, recuerdo de tu esposo, hijos, padres y hermanos. No comprendí, mi cabeza estaba vacía y como pude dije: ¿es nuestro hermano? No, respondió mi papá, ella es tu mamá…
Sólo rodaron un par de lágrimas de mis ojos, como pude aguanté. ¿Cómo iba a imaginarme que era mi mamá? Bueno, dicen que el que busca encuentra, y yo en alguna discusión pregunté por qué el nombre de mi mamá era otro, y no de quien conocía, la respuesta estaba frente a mí. Terminó el día sin darme cuenta.
De ahí se suscitaron un sin número de acontecimientos, las golpizas no cesaron, cada vez eran de mayor magnitud, ¿te imaginas el escenario? Un niño de 8 años, los brazos cubiertos con moretones, la cabeza y el estómago lleno de mordidas, tan adolorido, que apenas y se puede mover.
Pleitos y golpes constantes hasta la separación de mi papá, un divorcio muy prolongado. Yo pasaba horas debajo de una cama, sin salir ni hablar con nadie. Salidas frecuentes de mi papá, nos quedábamos los 4 solos. No quedaba más que cuidarnos.
Se va G…. a Toluca, me quedo al cuidado de mis hermanos, no sabes lo que llegamos a pasar, tanto tiempo llegaba a tardar mi papá en regresar, que en una ocasión, no te imaginas, comimos croquetas para perro, yo ya no sabía qué hacer, es una desesperación e impotencia terribles.
Y luego mis desastres amorosos, no he tenido muchas novias, 8 a lo sumo, pero 3 dejaron una marca indeleble en mi vida.
La primera en Preparatoria – relación muy extraña – terminó después de 20 años.
La segunda, en la Universidad – compañera de mi hermano – Ella mayor que yo, relación tortuosa, escenas de celos, queriendo controlar mi vida, yo, evitando pleitos acatando su voluntad. Resultado: dos intentos para casarme con ella, no accedió, nos mandamos a volar, dejé de ver a mi hija mucho tiempo – ahora puedo hablar con ella siempre que yo lo desee -, por fin, su mamá entendió que no eran las cosas como pensaba y llegamos a tener conversaciones y trato cordial (¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?).
En verdad amiga, sabes que no soy una persona conflictiva.
Después de dar un sorbo a su café, me dijo: “lo sé, y también me apoyaste cuando tanto lo necesitaba…, recuerdas mi divorcio ¿verdad?” – únicamente asentí.
La tercera, después de que naciera mi primer hija, pasaron 7 años para entablar una relación formal. Tras casi 5 años de matrimonio la relación se acabó, llevo un año separado, no hay opción de volver, eso se acabó. Tengo otra hija, una chiquita preciosa, me duele que tenga que pasar por esto, ya lo viví y no es nada grato.
No bien se acerca el año de separado, y osé salir con otra persona, una mujer muy bonita, ojos preciosos, salimos 3 veces, desde la primera cita formalizamos el compromiso, y ayer me dijo que regresaba con su ex, no quise discutir, lo acepté y ahora me arrepiento. Me juzgaron sin conocerme y eso, eso duele.
En verdad que ya no soporto todo lo que he vivido, faltan muchas cosas por decir y no me atrevo, hace mucho tiempo que deseo llenarme de llanto y no puedo. Y ahora a ti, que me conoces en las buenas y en las malas, te vuelvo a preguntar – antes de hacerlo bebo dos tragos - ¿Soy un cobarde por ya no querer seguir tropiezo tras tropiezo y con todo lo que he vivido? – termino el contenido del vaso, enciendo el cigarro número…perdí la cuenta, recibo una llamada, precipitadamente solicito la cuenta, me disculpo por tener que salir con urgencia - es mi padre, que le subió la presión.
Y mi amiga pregunta – ¿pero y tus hermanos?
Están ocupados y lejos – respondo alejándome y dejando en el aire la pregunta...
ARQ. CARLOS ACOSTA.
