
Me tomaste por sorpresa. Alguna noche en la que estaba distraído. Te metiste en mi mente y te convertiste en flor. Flor que nace de la tierra para alumbrar con su belleza este mundo lleno de penumbras. Mi barrera anti- ataques, quedo destrozada ante tan magnifico poder que irradias con tu sonrisa, que se esparce con el viento, como el canto de una cascada, que baila al compás del choque de las olas con las piedras.
Quise hacerme el tonto, disipar fantasmas, dar la media vuelta y hacer de cuenta que nunca te había visto, ¿para qué? Si nunca he tenido la necesidad de amarrarme a nadie... Pero fue demasiado tarde. Toda tu, con esa magia inteligente, que usas como arma letal, te adentraste en mí, comiste de mis huesos, me dominaste, me hiciste tuyo… y me arropaste bajo el calor de un beso tibio… me diste de comer de unos labios tan dulces que ni en sueños han existido…
Ahora me siento ajeno, ajeno de mí, y muy propio de ti. Susurro tu nombre con la noche, y le pido a mis dioses bendiciones, bendiciones que rompan tu silencio, que sanen tus heridas y que engrandezcan tu cariño… por mí.
Gracias por estar conmigo, gracias por darme tu mano al caminar…
Tal vez ya aprendí la lección….
Klaudes.