DERROCHE DE TINTA

Desde hace algunos meses, dos años ya, las letras nos han tomado por sorpresa mientras tomabamos una taza de cafe en la alameda. Asi comenzo el derroche, no pidio permiso, ni mucho menos opiniones, llegó y se incrusto en nuestras vidas para llenarlas de ese toque magico que dan las experiencias.

Nos llenó de esa tinta, que espero, nunca se deje de derrochar.

"Derroche de Tinta" es mi vida cotidiana, lo que pienso, lo que no había dicho, lo que nunca pense escribir, es la marquesina que cubre mi cabeza en medio de la tormenta.

Es la luz al final del tunel... es la esperanza que se cansó de esperar...

MUSICA PARA VIAJAR!!!!

domingo, 30 de agosto de 2009

DESDE EL PISO 32. (cuento)


Ven conmigo caminemos hacia la ventana, tomémonos de las manos y saltemos juntos. Veremos a los pajarillos volar, tocaremos el cielo como ningún otro humano lo ha hecho, después de todo, los cables de alta tensión no son tan peligrosos como creía. Vamos camina conmigo…
Perdí mi vista en el alba que me regalaba mi gran ventana, una pequeña flor amarilla adorna sutilmente la cornisa. Humilde, sola, triste, como queriendo saber cómo es el mundo al traspasar esa muralla de vidrio que la separa de la realidad flexible. Bien dice el dicho que el que nace para maceta, nomas del corredor no pasa. Regrese de mis labores cotidianas después de la rutina. Me dirigía a comprar mis provisiones semanales en el mercado cuando sentí que la florecilla me hablo. La mire estática, como siempre, vigilando celosamente la ciudad. La tome y salí con ella hacia el mercado. Sentí una gran conexión con aquel ser vivo que jugueteaba con cada vientecillo que salpicaban los carros a gran velocidad. Y así camine y realice mis compras, contento con mi flor, explicándole la realidad del mundo exterior, hablando del peligro latente al que estábamos sujetos, hablándole de las penas que pueden esparcirse con el viento. Al pasar por el parque un soplido sacudió las ramas de todos los arboles y las plantas, parecía que todos aquellos seres estuvieran saludando a mi pequeña flor amarilla. Parecía que compartían sonrisas sabias, como si tuvieran años de no verse. Al regresar a casa me sentí satisfecho conmigo mismo, puse a mi flor en la ventana de mi habitación y me senté junto a ella a leer un poco mientras la noche abrazaba nuestras almas. Uno a uno se fueron iluminando los edificios vecinos. Mientras yo sorbía café, le regaba un poco de agua, esa noche la pasamos muy bien. Mi reloj dictaba que era hora de descansar y la lleve a su ventana para que saludara al sol de la mañana siguiente. Dormí imaginando un nombre para este ser tan chiquito que hacia menos solitaria mi estancia en este espacio.
Al despertar, me dirigí a darle los buenos días. Caray¡ Marchita y con un pétalo sobre la tierra, la flor estaba derribada, triste, más de lo común. La regué los días siguientes con la esperanza de que sobreviviera, pero todo fue en vano. El vuelo de un pétalo desde el piso 32 valió el luto por aquella flor que ignore mucho tiempo.
Pienso que quizás murió tranquila realizando su anhelo de ver mas allá de la ventana, satisfecha por conocer la realidad que el vidrio empañado no la dejaba ver. Ahora creo que cualquier maceta puede pasar más de la ventana con un poco de ayuda…


Osoario… saludos..

1 comentario:

Anónimo dijo...

esta chido. es cierto que todos nacimos para macetas y las ruedas no salen solas. pero un empujon por mas leve que sea nos hace rodar o minimo dirigirnos a una direccion.... espero que los empujones que me dieron a mi sean para adelante.

saludos chavo