TERCER CARTA FRUSTRADA PARA ROMINA.

Y sin nada más que tu propia fe, quisiste volar. Tu mirada femenina se perdió en el tedioso bosque de la madurez. Te mire desde el sótano.Todo triste y apasionado. Parecía que de un momento a otro las alas saldrían de tu espalda convirtiéndote en un verdadero ángel. Tu pequeña cara, infantil aun, derrochaba el fastidio que día a día, noche a noche, absorbía tu maduro corazón.

Apenas me dio tiempo de inhalar el humo cuando jalaste el gatillo…. “ya no puedo más”.

Y mis ojos se cristalizaron, pero no aliviaron nada.

La noche cambio de azul. Todo se tornaba rojo. Un cielo rojo que se mezclaba homogéneamente con la sangre de mis ilusiones, con el escarlata de mis lágrimas.

A mi boca no le quedo otra opción más que buscar la tuya tratando de encontrar una explicación al inevitable final que habías planeado. Nuestros labios se resistieron a darse una explicación clara y comenzaron a besarse. El resultado no pudo ser más desastroso. Miles de trocitos de amor regados por el suelo corriendo desesperados en busca de su dueño. Los mios te buscaban a ti. Los tuyos... ni siquiera vi hacia donde se fueron.

Hasta que tus ojos por fin decidieron dar el tiro de gracia. Aun tu sonrisa se esparció con la densa noche. La noche que perdí un suspiro en tus labios. La noche que mis ojos te vieron por última vez. La noche que aun sigo maldiciendo. La última noche que te bese....

… gracias por seguir fomentando mis mentiras escritas. Mi soledad nocturna es bien complementada con la añoranza que me regala tu recuerdo, al menos tus fotografías siguen observándome cara a cara y no desclavan su mirada de la mía, no parpadean… después de todo sigues aquí conmigo.

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Klaudes.