
Anoche conocí a mi asesino: rostro negro, barba gris, voz ardiente y los huevos bien plantados. Me dijo que estaba esperando el momento exacto para matarme. Tenia la mirada fuerte y fija. Al principio me dio miedo. A decir verdad aun siento un poco de duda.
Se quito los lentes obscuros y me examino de pies a cabeza. ¡Excelente! Dijo. Yo estaba estático al momento que saco aquel revolver en el que el azar me había colocado. El miedo se apodero de mi garganta y la voz se me quebró. Pude haber pedido clemencia, pero mi alma no me permitia mostrar temor. Tuve miedo, pero el pensamiento claro de nunca pedir perdón.
Un paso en falso me ponía entre la vida y la muerte. Nunca había sentido una ansiedad tan desesperada atrincherada en mi pecho, unas ganas inmensas de correr… pero, ¿a dónde ir? El sujeto tenía mi cabeza contra su arma.
Mis ojos empuñaban la mirada en el suelo. Mi vista perdida en la distancia me hacia recordar mi tan sublime vida.
Aceptaré que siempre he tenido miedo a morir. A esfumarme del mundo sin dejar nada. Morír como los olvidados no es mi final felíz. La obscuridad nunca me ha dejado entrar a su club de seres nocturnos. La densa noche me asfixia, siempre necesito de la luz del día para revivir la ezperanza, necesito de la luz de unos ojos miel que ahuyenten demonios.
No sé si seré lo suficientemente saludable para los gusanos si todos me olvidan, si soy una cifra más de la violenta rafaga que azota a mi país, un número rojo, un bastardo del reino de los desafortunados, del reino del cual Dios nunca se acuerda. Donde el diablo desempuña su cuchillo en su pecho y ríe satisfecho. Donde no hay salida*
Nunca pensé terminar así… en mis noches de borrachera, siempre soñe en jugarme la vida en una ruleta rusa, pero no ahora, era muy pronto para terminar con mis sueños, estaba lo suficientemente sobrio como para no pensar pendejadas.
Sin más...El asesino metió cuatro plomos en los cinco espacios de aquel compacto revolver S&W 60 y mi suerte ya estaba echada… la sangre corría lento, saboreando su paso por mis venas, los segundos palpitaban rapido, en cuenta regreciba estaba mi corazón.
Un pensamiento teñido de esperanza sacudío mi cabeza: “nunca he tenido suerte, quizás ahora, Dios se compadezca de mí y me mande un poco de resignación o un poco de suerte, o una boveda vacia donde no exita bala que perfore mis cesos.”
El asesino no decía mucho. Solo cumplía con su trabajo. Se quitó el guante negro que cubria su mano izquierda. Tomo el arma y camino hasta donde mi alma sollozaba un segundo más. puso el indice en el gatillo...
Escuche un estallido tan fuerte que pensé me rompería los huesos. Entre el disparo y mi cráneo, esta pasando toda mi vida frente a mí: los días de reyes, los cumpleaños, mi graduación, las musas que me han servido de inspiracion, los amigos que guardan un abrazo cuando me ven llegar, mi esposa, mis hijos, mis padres, mis hermanos…
Y aun la bala no atravieza mi craneo.
Disfruto este tiempo que el asesino me esta dejando recordar. Tiempo que vivi, y que es mi presente. No recuerdo claramente el final y eso es lo interesante, nadie me lo cuente, quiero recordar mi vida hasta que esa bala me vuele el cerebro en mil pedazos.
Espero que el recorrido del plomo a mi cabeza duré muchos años más... aun quiero recordar para ustedes.
Klaudes....
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